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Para científicos y psicólogos, el vino ayuda a vivir
by Enolife 12 julio, 2019
Recientes investigaciones confirman que beber en forma moderada reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes 2 y Alzheimer. ¡Y ayuda a bajar el estrés y ser más feliz!
En marzo último, durante el tradicional Desayuno de la Corporación Vitivinícola Argentina, en el hotel Hyatt de Mendoza, la Coviar hizo público un convenio de investigación sobre salud y vino con la Fundación Favaloro, de Buenos Aires. Las tareas ya están en marcha y hay primeras conclusiones, un tema del que nos ocuparemos en una próxima nota.
El convenio, que busca rescatar y divulgar las capacidades antioxidantes del vino y hacer un aporte a la calidad de vida de la población, demuestra que en los últimos años el interés por las propiedades benéficas del vino se ha incrementado a la par de las investigaciones científicas que lo fundamentan.
Angel Leotta y Oscar Mendiz luego de firmar el acuerdo durante el desayuno de la Coviar 2019, en Mendoza.
La Fundación Favaloro, que en Mendoza estuvo representada por su secretario general, Oscar Mendiz, tiene especial dedicación al tema, ya que su líder histórico e inspirador, el recordado cardiocirujano René Favaloro, a mediados de los años ’90, recomendaba tomar una copa de vino tinto todos los días para prevenir y contrarrestar algunos males que aquejan al corazón, derivados del progresivo taponamiento de las arterias o de la aterosclerosis. Por aquel entonces, la ciencia comenzaba a dar con las primeras evidencias de los beneficios para la salud que reporta el consumo moderado de alcohol.
Entre los puntos salientes del acuerdo arriba mencionado, se lee: “Desde el punto de vista de la salud y la calidad de vida, sólidas investigaciones realizadas en Argentina y de referencia internacional -reconocidas por la comunidad científica mundial- demuestran que la capacidad antioxidante propia de los vinos se ve potenciada en los vinos argentinos, lo que los ubica en las listas de los considerados vinos saludables del mundo”, puede leerse entre los considerandos del acuerdo.
Copa llena, corazón contento
Desde hace más de 30 años, los científicos vienen estudiando los beneficios del consumo medido de vino en particular y alcohol en general. A continuación citaremos opiniones de especialistas, consultados por periodistas de la revista Noticias en 2018.
“Está comprobado que tomar una copa de vino, en el caso de las mujeres, y casi dos en los hombres tiene beneficios para la salud”, aseguró Esteban Chilleli, médico clínico del Sanatorio modelo de Caseros, en la provincia de Buenos Aires. “Obviamente que lo sano del hábito está sujeto a las medidas no excesivas, pero hace tiempo se sabe que el vino tiene taninos y resveratrol, dos componentes muy sanos”, explicó.
Aunque no son excluyentes del vino (se encuentran en muchas frutas y cortezas de árboles) los taninos son cardioprotectores que se hallan en gran cantidad en toda la planta de la vid, la uva y especialmente en el pellejo. “Los taninos disminuyen el riesgo cardiovascular y mejoran la circulación. Ayudan a bajar el colesterol y los triglicéridos y hacen que la sangre sea más fluida”, resumió el clínico. De ahí que hace un tiempo se haya sumado en la lista de hábitos saludables el de acompañar el almuerzo o la comida con una copa de vino, si es tinto aún mejor.
El segundo componente clave que Chilleli destacó es el resveratrol , un antioxidante muy poderoso que ayuda a mantener jóvenes y sanas las células. “Muchas veces se asocia el término antioxidante al antiage de la piel, pero ese aspecto es el menos significativo de todos los beneficios que tiene”, aclaró. “Al oxidarse, las células generan radicales libres que las hacen envejecer y deteriorarse. Lo que los antoxidantes hacen es neutralizar esos radicales libres y proteger las células de todos los órganos”, explicó. De los pulmones al corazón, todos los órganos se ven afectados positivamente al consumir antioxidantes.
Su efecto vaso dilatador y diurético es otro de los puntos a favor del consumo moderado de vino que el clínico reconoce. “Lo único por lo que no se lo recomienda es por la toxicidad hepática que puede traer el exceso: si uno toma una copa de vino no debería tener ningún problema”, advierte.
El efecto antiestrés
Llegar cansado de un día de trabajo y ponerse a cocinar o ver una serie y tomarse una copa de vino es uno de los rituales que más se asocian al bienestar y la calma del final del día. Para quienes acostumbran darse ese tipo de gratificación, el beneficio de tomar una copa de vino por día es mucho más tangible que lo que puede explicar cualquier médico. “Los seres humanos necesitamos refugiarnos de la realidad, si consideramos que un tercio de la vida lo pasamos durmiendo podemos llegar a darnos una idea de lo necesario que es”, explicó el psicoanalista Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Aunque, al igual que los otros profesionales, Rascovsky adviertió sobre la atención a las cantidades: para el psicoanalista, este punto es el central y más importante a la hora de analizar un hábito que va en alza.
“Esa copa de vino aporta a la distensión y al refugiarse de la dura realidad, efectos que tan bien nos hacen, teniendo en cuenta el malestar cultural con el que debemos enfrentarnos a diario”, aseguró. Igual que con los medicamentos, en la dosis está la clave, pero desde los beneficios cardíacos al mejor manejo del estrés, los puntos a favor del ritual de la copa de vino son muchos y comprobados. Menos culpa y más disfrute y un brindis por día.
El benéfico resveratrol
“El vino es la enfermera de la vejez”. El médico romano Galeno, en el siglo II, acuñó la frase al observar que los consumidores del elixir de Baco parecían sufrir menos enfermedades. Galeno recetaba dosis moderadas de la bebida para tratar la fiebre y los problemas de estómago.
A fines de la década de los ´80, los científicos aislaron el resveratrol, sustancia con capacidad antiinflamatoria presente en la cáscara y en la semilla de la uva, y descifraron su composición. Beber, en dosis controladas, podría hacer bien a la salud, pero esa posibilidad quedaba reducida solamente al vino.
Nuevas investigaciones comienzan a detallar otros beneficios del consumo moderado de alcohol para la salud, ahora ampliando el abanico y abarcando a la cerveza y a otros destilados.
Cada día dos copitas
Una reciente investigación publicada en la revista médica British Medical Journal busca marcar el piso y el techo de lo que podría considerarse un consumo beneficioso e inocuo. Pero también genera polémica entre productores, consumidores y científicos. El trabajo está basado en el estudio de más de 9.000 personas de entre 35 y 55 años, a las cuales se las siguió durante 23 años. Así, se pudo comprobar que tanto quienes beben más de 14 copas de vino a la semana (a un promedio de 2 por día, digamos) como aquellos que son abstemios tienen más riesgo de padecer demencia.
La copa de vino debe ser de 250 mililitros y no más, y los efectos son similares si la persona bebe hasta 14 latitas de 350 mililitros de cerveza, o a 14 tragos de 44 mililítros de whishy. En tales casos, las personas tienen una reducción del 47% en las posibilidades de desarrollar Alzheimer, comparadas con las abstemias. El alcohol activaría un sistema (denominado glinfático) responsable de limpiar el cerebro de residuos nocivos, incluyendo las placas de proteína beta amiloide del Alzheimer.
Un delicado equilibrio
Beber o no beber, en lo que a influencia sobre la salud se refiere, depende de unos cuantos factores, incluyendo cuánto se toma y qué problemas de salud preexistentes pueda tener alguien. Tomar en exceso (esto es, más de las cantidades mencionadas anteriormente, que en algunos casos para las mujeres deben ser aún menores) se vincula con el peligro de contraer diversos tipos de cáncer, incluyendo los de mamas, colon, faringe, laringe y esófago. Demasiado alcohol puede enfermar gravemente el hígado.
Algunos otros estudios ya habían proporcionado datos sugerentes en cuanto a que beber moderadamente podía ser bueno para el cerebro, pero tenían el problema de que se concentraban en las personas añosas y en los efectos más recientes; no se había hecho un estudio que evaluara los efectos a largo plazo.
Precisamente eso es lo que hizo el equipo de científicos ingleses, que analizaron una gran base de datos de Gran Bretaña para rastrear los patrones de consumo de alcohol desde la mediana edad y sus efectos sobre la demencia, cuando las personas ya eran adultos mayores.
“Con el aumento constante en la expectativa de vida y los cálculos actuales, que estiman que la demencia triplicará su prevalencia hacia el año 2050, comprender el impacto del consumo de alcohol sobre el envejecimiento es fundamental”, explican los investigadores británicos en el informe publicado recientemente. “Se ha sugerido que el consumo moderado de alcohol ayudaría a disminuir el riesgo de demencia. Sin embargo, hay una cantidad de aspectos que aún no han sido resueltos y que podrían explicar por qué el consumo de alcohol no está incluido en las guías más recientes que especifican los factores de riesgo modificables para la prevención de la demencia”, agregan.
Bueno para prevenir la diabetes
Un segundo hallazgo, esta vez proveniente de la Universidad de Sul (Dinamarca) mostró que el alcohol disminuye en cerca del 50% el riesgo de diabetes del tipo 2. Esto se explicaría porque el alcohol puede facilitar la entrada de la insulina a las células. Aumenta los niveles de adiponectina, una proteína fabricada por la grasa y también relacionada con los receptores celulares de la insulina.
Bebido en estas cantidades, moderadamente, el alcohol puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas en algunas personas, y también de bajar el riesgo de padecer cálculos biliares.
Algo a tener muy en cuenta es que la cantidad de dosis identificada en los estudios como positiva para la salud jamás superó la recomendación internacional definida como segura. Esto es, hasta dos dosis diarias. En el caso del trabajo sobre el Alzheimer, el consumo que sobrepasa los límites invierte el efecto, reduciendo el flujo sanguíneo hacia el cerebro y atrofiando las áreas ligadas a la coordinación motora y a la memoria.
En ningún momento los estudios recomiendan que los abstemios comiencen a beber para beneficiarse de los efectos. Si hay puntos positivos, los negativos siguen siendo los mismos, y muy serios. Y es por eso que ningún profesional conciente se atrevería a recomendar a quien no bebe que comience a hacerlo. De manera que se trata de tomar a estos hallazgos como una señal de las ventajas que tiene beber alcohol, pero sin olvidar sus riesgos.
El ritmo de la ingesta también es crucial para que los beneficios del alcohol sean mayores. Cuanto más espaciado, mejor. Consumir cuatro dosis o más en un período de hasta dos horas, puede ser como una bomba para el organismo. Esta costumbre, cada vez más de moda entre los más jóvenes, sobrecarga al organismo con los efectos tóxicos del alcohol.
Otro estudio publicado en el British Medical Journal mostró que entre el 2009 y el 2016 el número de muertes de hombres y mujeres de entre 25 y 34 años por cirrosis aumentó un 99%. Entre las personas de mayor edad el incremento fue del 39%.
Otro estudio reciente asegura que beber alcohol es malo siempre, no importa cuándo y menos aún la cantidad. Sin embargo, la mayoría de los hallazgos, hasta ahora, reafirman la idea de que la moderación sería la mejor respuesta.
Fuentes: Revista Noticias (Giulia Vidale) y Diario Los Andes (Bárbara del Pópolo)
El consumo de vino en el mundo
(per cápita, por año)
Ciudad de Vaticano: 54 litros
Andorra: 46 litros
Croacia: 44 litros
Eslovenia: 44 litros
Francia: 42,5 litros
Portugal: 41,7 litros
España: 30,66 litros
Uruguay: 29 litros
Suiza: 40,5 litros
Macedonia: 40,4 litros
Moldavia: 34,2 litros
Italia: 33,3 litros
Austria: 20 litros
Argentina: 19 litros
Grecia: 27,8 litros
Gibraltar: 27,5 litros
Suecia: 26 litros
Alemania: 24,8 litros
Australia: 24,5 litros
Rumania: 24,2 litros
Hungría: 24,10 litros
En la Argentina, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el consumo ha experimentado un progresivo retroceso desde la década del ’70, cuando en el país se consumían alrededor de 90 litros de vino per cápita al año.
(Fuentes: turismodelvino.com e INV)